De toda la vida ha habido quienes han intentado controlar y limitar la libertad y la autonomía de las mujeres, con el claro objetivo de controlar la función reproductora y nuestra capacidad de ser madres.
Los argumentos han sido de todo tipo y características. Santo Tomas decía aquello de que el padre debe ser más amado que la madre porque ésta, es el mero receptáculo del auténtico insuflo de la vida que deposita el hombre en su cuerpo. Tras la revolución francesa se llegó a discutir sobre la educación de las damas, argumentando si era necesario invertir en educación, cuando su destino era convertirse en madres y esposas. La conclusión de los padres de la revolución (en sentido estricto, ya que madres no hubo, no se me vayan a despistar con el genérico masculino), es que la educación a las mujeres sólo podía dificultar la terea de los hombres encargados de controlarlas. En nuestro territorio, la recién conmemorada Constitución de 1812, también sin madres, ponía a las mujeres por debajo de la condición de esclavos y, más cerca de nuestro tiempo, mi madre cuando se casó, no podía ni viajar ni abrir una cuenta corriente sin el permiso de mi padre no fuera a ser que se le ocurriera hacer algo que perjudicara su legítimo derecho a la maternidad.
Yo he tenido mucha suerte. Me ha tocado ser mujer en un momento en el que los derechos de las mujeres se han reconocido plenamente a nivel legal. Soy igual de ciudadana que cualquier hombre y el hecho de poder ser madre, no puede contribuir a la limitación de mis derechos de ninguna forma. Lo dice la Ley. El problema es que hay gente que aún no se ha enterado de lo que supone esa asimetría. Ni en las empresas, ni en la calle, ni en el Ministerio de Justicia. Decir que la maternidad es lo que nos define como mujeres auténticas, como ha dicho el Ministro de Justicia, sobre todo si se hace en un contexto de limitación de la autonomía de las mujeres, como es el caso, supone volver a la senda de la expulsión de las mujeres de la categoría de ciudadanas de primera, en aras del interés social que nos merece la maternidad. Vamos lo de mi madre, por no irme más lejos.
El resto de la carga de profundidad que tienen implícitas las declaraciones del Ministro en relación con el derecho de las mujeres a decidir sobre su propia maternidad, no me voy a entretener ni en comentarlo. Soy madre porque soy mujer y así lo he querido, pero no soy mujer ni más mujer por ser madre, ni menos si no lo soy. No hay propiedad conmutativa en estos elementos y en cualquier caso, lo decido yo. Claro que posiblemente yo nunca he pertenecido a las categorías de Mujer-Mujer, con mayúsculas ni a esta nueva de la Mujer Auténtica, me imagino que también con mayúsculas. Llámenme sin más ciudadana.
Ya sabemos que este gobierno quiere cambiar la Ley del aborto, para evitar que sean las propias mujeres las que decidan, en las primeras semanas del embarazo, si quieren o no seguir adelante con su maternidad. Dicen que es mejor que lo decidan otros, como en la Ley anterior. Le han encargado a Gallardón la defensa de un proyecto que tiene mucho más que ver son la sanidad y la igualdad que con sus competencias. Quizá esto tenga mucho que ver con la deriva argumental que está tomando el tema, en un inútil intento de que la sociedad no perciba como un retroceso volver a una regulación de los años 80. Lo segundo es imposible y si van a hacer lo primero, por favor, dejen de insultar al personal, en el proceso.
30 marzo 2012 at 13:11
Hace mucho tiempo, cuando aun estudiaba en al Facultad de Derecho deValencia, alegué en una conferencia respecto del aborto, que las mujeres no necesitamos ‘padres’ que somos adultas y que deben tratarnos como a tales y que quien va a llevar la carga y responsabilidad de por vida por un hijo es la madre pues no se le exige ni legal ni moralmente el mismo compromiso a los padres (200euros /mes les digo yo donde ponerlos).
Tratar igual a los iguales es justo, pero lamentablemente en nuestro pais, las mujeres no somos iguales a los hombres salvo en el papel. La realidad se impone a pesar de los obvios avances y de los hobres que merecen ese nombre, como hombres y como padres (que los hay y no pocos).
Y en todo caso, y ‘aceptando’ la argumentación del Sr. minstro de Justicia, Notario del Reino, ¿va a hacer algo usted o su partido respecto de la violencia estructural que impide a la mujer ser madre (menor salario, trabajo dentro y fuera de casa, menos opciones de empleo, techo de cristal, etc) …o solo la va a nombrar para justificar seguir manteniendola sometida sin darle soluciones ni opciones para salir o sobrellevar esa situacion? M’explico: ayudas reales a madres solteras, mayor presion a la hora de contratacion, salario, mas proteccion tras el nacimiento, mas guarderías publicas, horarios compatibles… y en caso de ser madre con pareja va a exigir igualdad en las cargas?
Soy igual pero si mi realidad no lo es, trateme con equidad, es mas justo y real …y si, mucho mas complicado, Sr. ministro.
31 marzo 2012 at 14:00
Por si alguien tenía dudas de la ideología del señor Ruiz Gallardón. Ha sacado su verdadera cara y lo hace amparado en el Ministerio de Justicia ¡Qué gran paradoja! y no lo olvidemos está apoyado por todo su partido, también por las mujeres, aunque no sé si éstas, las mujeres del PP, serán todas “auténticas” o serán meras copias de alguna especie inacabada, habrá que preguntarle al ministro porque él lo debe de saber.